Antonio Limón López
El abogado Nelson Mandela ingresó A la prisión de Robben Island, frente a Ciudad del Cabo, como el preso 466 del año 1964. El prisionero tenía entonces 48 años, era padre de familia, era un idealista.. marxista y leninista. Según los documentos del juicio enviados desde Rivona, era acusado de Traición.
Durante el juicio, Mandela dijo en su defensa: "He luchado contra la dominación de los blancos y contra la dominación de los negros. He deseado una democracia ideal y una sociedad libre en que todas las personas vivan en armonía y con iguales oportunidades. Es un ideal con el cual quiero vivir y lograr. Pero si fuese necesario, también sería un ideal por el cual estoy dispuesto a morir".
Ciertamente Nelson Mandela era un prisionero fuera de lo común y corriente, había sido detenido un año antes, en 1963, en esas mismas fechas fueron detenidos 18,000 opositores al régimen segregacionista del Apartheid y ciertamente, en esa multitud, Mandela era distinto a los demás, lo era por su condición de abogado, por su cultura y por un lenguaje sereno e inteligente, pero además en su estilo oratorio de abogado, se deslizaban ciertas inflexiones en su voz que denotaban que bajo su actitud controlada, hervía una gran pasión revolucionaria.
“Madiba” Mandela era diferente, así lo supieron en su familia y en su tribu, así lo percibieron sus compañero abogados, y desde niño sus lecturas del Evangelio cimbraban la Iglesia. Siempre fue popular entre las jóvenes y a su ingreso a la lucha por la igualdad, pronto atrajo el respeto de los políticos más experimentados. Todo mundo lo percibía, Mandela era diferente, si era diferente, pero en realidad nadie sabía, ni él mismo, que tan diferente era.
La prisión se especializaba en los presos políticos más educados, en los más comprometidos, en los mejores, los carceleros tenían tres finalidades, demostrarles a los reos que no eran nada en la prisión, después que nadie se interesaba por ellos y por último que podrían recibir un buen trato e incluso ser perdonados, si se arrepentían de su militancia política. En este proceso los más idealistas enfermaban mentalmente, y no pocos desertaban, parecía imposible perder los mejores años de la vida, olvidar el rostro de los hijos. Pero Mandela se hizo el propósito de recordar todos los días el rostro de Winnie su mujer y de sus hijos.
En 1976, en el Soweto se escenificaron protestas, no por las condiciones miserables de vida que existían en ese campo de concentración para la población negra de Johannesburgo, sino porque se les exigió aprender el idioma “Afrikaan”, lo que indignó a la población, pero el régimen quiso demostrar en un acto de soberbia su desprecio y en una carga policial asesinaron a 575 sudafricanos negros.
Para entonces la predica pacifista de Nelson Mandela llegaba a la población de manera clara, ante la desesperación y el deseo de revancha el camino siempre es la paz.
Nelson Mandela, cautivo en la prisión de Robben Island, cautivó a Sudáfrica. 27 años de resistencia, 27 años de reflexión, en ellos abandonó la doctrina marxista, pero no a la amistad de aquellos marxistas en los que creyó, como Fidel Castro, en su reflexión dejó atrás la idea de combatir al régimen con sabotajes o con cualquier forma de violencia, se convirtió en un pacifista, en el referente mundial del reo de conciencia, en el camino de la convivencia pacífica para los sudafricanos. El mundo condenó al Apartheid sudafricano y a la segregación racial norteamericana, eran dos formas distintas pero igualmente perversas.
En 1990, un año después de la Masacre en la Plaza de Tianmen, un año después del triunfo de la democracia en Polonia y un año después de la caída del Muro de Berlín, el gobierno de Sudáfrica liberó a Nelson Mandela, el pueblo se unió en jubilo, participaron por igual el 22% de la población blanca y el restante de negros y mulatos, para que un momento después todos fueran la misma raza, la humana y un pueblo, que después de mucho sufrimiento encontró su camino, el triunfo de la cusa pacífica y democrática de Madiba se consideró el triunfo de una nueva era, poco después cayó el Muro de Berlín y la URSS colapsó en 1991.
Pero en Ruanda, en 1994, se escenificaron masacres contra miles de “tutsis” en el afán de extinguir a esta tribu del territorio ruandés. A finales del siglo XX la violencia racial convulsionó a los Balcanes y el momento de optimismo de 1990, pronto fue opacado por la cruel realidad.
El 5 de diciembre del 2013, Nelson Rolihlahla Mandela, falleció. El mundo entero reaccionó en miles de tributos, lágrimas y recordatorios como este entre otros miles, pero el mayor tributo para Mandela es el que le rinde Sudáfrica, el único que realmente añoró Mandela a lo largo de toda su vida, verla en paz y en armonía.
-
Por Antonio Limón López
-
0 comentarios:
Publicar un comentario